sábado, 14 de marzo de 2009

¿Y la sociedad…?

Ya hemos señalado que la finalidad del tráfico de personas tiene como destino, en una proporción importante, el mercado del sexo, y que éste está condicionado por la demanda, es decir, por los "clientes".
Los niveles sociales de tolerancia ante este hecho evidencian, junto a la degradación moral de quien hace uso de los servicios sexuales por dinero, una profunda injusticia que entraña una quiebra de valores éticos en nuestra sociedad.

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